Si la tarde te llama
a su habitación desconocida,
o del otro lado del espejo.
Si sus llamadas
cubren los huecos que se multiplican en la noche,
y se te ofrecen las palabras en oscuridad dispersa.
Yo entiendo...
por mis lágrimas inútiles.
Yo entiendo...
por tu canción de agua.
Ante los ojos feroces de los desiertos,
fuimos originados por el mar.
Frente al mismo,
mirando con avidez los colores recién creados,
entiendo que el agua es el reflejo de mi soledad.
Un momento de éxtasis para mí,
heredero de la aurora inmóvil.
06/2007
Tags: Poema