La mañana me encontró envuelto en tus sábanas, con una ola de tu abrazo trepando por mis costillas; llevándose consigo las sombras que antes me acompañaban sin descanso, las que me hacían de los espejos, huecos de sombra infinita.
El mar de tu amor lo borró todo... Las huellas de lo que fui en la arena, se desdibujan y vuelven a trazarse tras el surco de tu caminar.
Bajo el hechizo de tu mirada vuelvo a nacer, me regenero, me reescribo en tu piel, me vuelvo el ser aún sin ser... pendiente en la espera, contando los segundos que contradicen al tiempo.
Pero esta nueva sangre, que finalmente siento correr, trae la fuerza de la marea ahora inundando mis venas... Y puedo ser, podemos ser... Ay, amor, todo podemos... a partir de este renacer que me regalaron tus besos...
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